Miércoles 7
Un buen vuelo en un avión regular y apenas regular porque es muy estrecho entre el espacio que hay de un asiento a otro, la comida a bordo también apenas regular Dato para Arturo: la tripulación solo hombres, no muy hombres!! Te hubieran gustado más de dos, además estaban en plan de ligue. Llegada al aeropuerto de Frankfurt y sin mayores trámites salimos de migración, buscamos un lugar donde dejar parte del equipaje de mano. Del aeropuerto a la ciudad tomamos un tren muy cómodo y rápido. Salimos en la estación de trenes para movernos en algún otro medio y llegar al Römer. Decidimos tomar un tranvía en lugar del metro por la sencilla razón de ser un medio de trasporte de superficie y con eso conoceríamos un poco más que un túnel. Por ir de bobos el tranvía dio vuelta en alguna esquina y nos alejó del centro. Después de muchas preguntas en espa?ol y sus correspondientes respuestas en alemán, idioma que ni Beresu ni yo entendemos nada, decidimos tomar el mismo tranvía de regreso y retomar a pie el camino hacia el centro. Esto nos sirvió para estirar las piernas y conocer algo de la ciudad. Cruzamos el rió Rhin a pie!!!! Con un frió de la ch... Por fin llegamos al Römer, ahí debíamos aprovechar un mercadillo navide?o que se coloca en estas temporadas. Berenice comento cuando llegábamos que habíamos pasado mucho trabajo y que seguramente encontraríamos solo tres puestos y nada de gente (a mi ya me había comentado una se?ora alemana -vecina mía de asiento en el avión- que el mercado era muy grande y con mucha gente. Para sorpresa de Beresu, dimos una vuelta donde terminaban los tres puestos y vimos una multitud de gente y muchísimos puestos de comida, bebidas, souvenirs y mil cosas mas!. Recorrimos un buen trecho de calles y disfrutamos de la hospitalidad Alemana. Ya para rematar con broche de oro la corta estancia, decidimos aplacar el hambre de ambos con tremenda salchicha de Frankfurt (no tiene nada que ver con cualquier cosa que se llame salchicha en México). Nos bajamos el tremendo salchichón con vino tinto caliente y especias, hasta el frió se nos quito!. Decidimos regresar al aeropuerto con suficiente tiempo de antelación para evitar cualquier retraso no programado. Como ya habíamos recorrido ese tramo en tren, nos fue fácil encontrar el andén de sentido contrario al que llegamos y así tomar el mismo tren que nos trajo a la ciudad pero ahora en sentido hacia el aeropuerto. Íbamos ya muy sentados en el tren y la charla era muy amena, tanto que una linda alemana se sonreía al oírnos, eso me hizo sospechar que entendía espa?ol, así que le pregunté y ya sin sorpresa nos comentó que sí hablaba espa?ol. Estudió el idioma en Argentina, la charla se animo hasta que ella nos preguntó si íbamos para el aeropuerto, le comentamos que si y cual no seria nuestra sorpresa cuando nos dijo que ese tren no iba para el aeropuerto!! Rápidamente nos bajamos en la siguiente parada para regresar nuevamente a la estación de trenes y averiguar donde habíamos errado el camino. Resulta que en un mismo carril hay trenes con diferentes destinos y ese detalle había sido olvidado por la experta viajera Beresu. Tomamos el tren correcto y llegamos al aeropuerto sin más extravíos. Como tomamos previsiones de tiempo suficientes, tuvimos que esperar dos horas para abordar el vuelo con destino a Estambul. El avión fue mucho más cómodo y el vuelo de solo tres horas pasó rápido. Llegamos a Estambul a las 02:00 y comenzaron las sorpresas turcas.
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